Es sabido que el corazón lanza a cada latido un volumen de sangre a las arterias.
Las arterias son tubos elásticos que se dividen en ramas cada vez más finas, conduciendo la sangre a todas las partes del cuerpo.
El conjunto de las arterias podría compararse a un árbol frondoso, cuyo tronco fuese la arteria aorta, la arteria más voluminosa del cuerpo, que sale directamente del corazón, y cuyas ramas fuesen las más pequeñas arterias (arteriolas).
La sangre dentro de las arterias está sometida a una presión (presión arterial), que podríamos comparar a la presión que ejerce el agua sobre las tuberías de conducción.
La presión va disminuyendo a medida que las arterias disminuyen de volumen (calibre).
Una de las cosas que distingue las arterias de las venas es precisamente la presión de la sangre, que en las arterias es fuerte, mientras que en las venas es muy pequeña o nula.
Por esto, si se corta una arteria, la sangre sale a chorro, y si se corta una vena, la sangre sale suavemente, como babeando.
Existen dos presiones, la máxima y la mínima.
La presión máxima es la que existe en el momento del latido del corazón y coincide con la onda del pulso.
La presión mínima es la que existe entre dos latidos consecutivos.
Fácilmente se comprende que a cada latido, al lanzar el corazón a las arterias una cantidad de sangre, la presión aumentará (presión máxima).
Consideraciones
La presión mínima es la que hay en las arterias en estado de reposo del corazón.
La presión arterial suele medirse en el brazo, con aparatos especiales.
La presión es menor en los niños que en los mayores.
Hacia los 21 años se alcanza la presión normal del adulto.
A partir de los 70 años desciende, a causa de la debilidad del corazón en los ancianos.
La presión en el hombre es algo más alta que en la mujer.
¿Que hace variar la presión de la sangre?
Son muy diversas las causas y circunstancias que pueden hacer variar la presión arterial.
Las emociones tienen en este sentido una importancia extraordinaria, ya aumentando o ya disminuyendo la presión.
También tienen influencia el reposo, el trabajo, la digestión, el sueño, el clima, las estaciones, el calor y el frío. El calor tiende a disminuirla y el frío a aumentarla.
Es verdaderamente admirable cómo el organismo mantiene normalmente la presión arterial a un nivel constante.
Por medio de complicados y precisos mecanismos reguladores consigue que cada órgano reciba la cantidad de sangre que necesita, según su estado de trabajo o reposo, sin que varíe la presión arterial.
Mientras se abren las pequeñas arterias de los órganos que trabajan, se cierran las de los órganos que están en reposo.
Variaciones a causa de la edad
La presión varia según la edad.
La presión arterial tiene tendencia a aumentar con la edad.
Entre los 20 y 25 años puede considerarse que la presión máxima es de 12.
A partir de dicha edad va aumentando poco a poco hasta alcanzar, entre los 4 y 15 años, la cifra de 14 aproximadamente.
De los 15 a los 60 años, tanto en el hombre como en la mujer, la presión sigue subiendo lentamente, hasta llegar a 16 alrededor de los 60 años.
Desde entonces, en la persona de arterias sanas y sin otras causas de enfermedad, la presión empieza a bajar lentamente, hasta quedar estacionada entre 12 y 14 en las edades más avanzadas (80-90 años).
Pero, en muchos casos, a partir de los 50 años la presión no sigue la marcha normal que hemos descrito, porque la arteriosclerosis es muy frecuente, y ésta suele ir acompañada de presión alta de la sangre.
Aparte de las cifras aproximadas que hemos dado, no puede precisarse una presión fija e invariable para cada año de edad de la persona.
Presión mínima
La presión mínima suele ser de 7 a los 21 años y de 8 a los 40.
Es muy constante a partir de los 40 años y apenas sufre variación con el tiempo.
Normalmente, la presión mínima debe ser igual a la mitad de presión máxima más uno.
Por ejemplo, si la presión máxima es igual a 12, la mitad es 6; más 1, es 7, que es valor normal de la presión mínima.
La máxima es 14, la mitad es 7; más 1, es 8; y así sucesivamente.
Esta relación entre la presión máxima y la mínima se cumple incluso en los casos de presión alta.
Cuando así sucede, es señal de que el corazón se debilita por causa del sobre esfuerzo a que le obliga el exceso de presión.
La presión alta de la sangre
Aparte de las variedades normales de la presión arterial, todo lo que se aparta de las cifras normales debe considerarse como signo de enfermedad.
Los aumentos de presión pueden ser momentáneos (crisis) y duraderos.
Diversas clases de presión alta
Elevaciones pasajeras de la presión.
Estos aumentos de la presión arterial sobrevienen en personas que, por lo general, gozan de buena salud, con el corazón y las arterias sanas.
Aparecen después de emociones bruscas o sin causa visible, y desaparecen tan bruscamente como han aparecido.
No se consideran estos aumentos de la presión como una enfermedad.
Todo lo más, indican que estas personas tienen un sistema nervioso excitable y que causas que en otros obran con poca intensidad, en ellos producen efectos desproporcionados.
En realidad, esta subida de presión es una reacción defensiva del organismo, de la cual están encargadas las glándulas suprarrenales.
Ante una emoción violenta, las glándulas suprarrenales ceden a la sangre mayor cantidad de adrenalina y ésta hace subir la presión, lo que es necesario de momento para responder debidamente a las energias suplementarias que se piden al cuerpo ante los contratiempos o emociones violentas.
Estos accesos de presión alta no tienen ningún peligro en los jóvenes, pero en los ancianos pueden ocasionar la rotura de alguna arteria del cerebro.
Así ocurre en algunos casos de apoplejía que sobrevienen después de una emoción muy fuerte en ancianos que hasta entonces habían tenido una presión normal.